Las muñecas más antiguas encontradas en España aparecieron junto a los restos funerarios de una niña en la necrópolis de Ontur (Albacete), donde se hallaron muñecas realizadas en ámbar y marfil. A partir de ahí y haciendo un recorrido por su evolución han ido surgiendo diferentes técnicas y materiales para fabricarlas: hueso, arcilla, madera, barro, trapo, cera, porcelana, plástico, etc. Y han tenido distintos tamaños y formas, pero todas un mismo concepto: han sido y son el juguete por excelencia.En España, el monopolio de los juguetes se instaló en un pequeño pueblo de Alicante: Onil, donde se creó FAMOSA (Fabricas Agrupadas de Muñecas de Onil S.A.), una empresa surgida de la agrupación de pequeños talleres jugueteros que aparecieron a principios del siglo XX. Aunque, curiosamente, quién sentó los cimientos de todo este entramado de empresas muñequeras fue un ex-guardia civil llamado Ramón Mira, que tuvo la innovadora idea a finales del siglo XIX de moldear una muñeca en barro (tomó este material debido a la tradición alfarera de la villa), inspirándose en aquéllas que hacían furor en otros países europeos y luego, añadiendo más técnicas y materiales, perfeccionó un producto que evolucionó con el paso del tiempo.
Esta tradición juguetera pasó a manos del matrimonio Sempere, verdadero impulsor del sector y que propició que otros fabricantes se instalaran en el pueblo, surtiéndose de su fábrica y generando riqueza para una villa alicantina que antes había vivido austeramente de la agricultura.La dura postguerra y la irrupción del plástico en el mercado, exigió a estas pequeñas empresas ser más competitivas, por lo que decidieron aunar sus esfuerzos allá por el año 1957 para poder enfrentarse con una estructura industrial mucho más sólida ante el mercado. Está fusión de 25 pequeños talleres jugueteros bajo la dirección de Isidro Rico supuso todo un revulsivo para la industria muñequera española, ya que consiguió colocar a FAMOSA entre las empresas más importantes del sector.
Durante los años sesenta, y tras superar la marcha de algunos de sus fundadores, FAMOSA acometió un decidido plan de industrialización y expansión, construyendo una fábrica más grande e incluyendo importantes novedades en los sistemas productivos: cadenas de montaje, incorporación del plástico, nuevas técnicas, inversión en publicidad… Así logró consolidar su presencia en el mercado español, mejorando su costos y aventurándose a abordar el mercado exterior.
Las primeras muñecas de Famosa fueron Güendolina, Paulova, Pierina y Yamita. La primera estaba fabricada en poliestireno, medía 74 cm. y era articulada. Llegó a tener unas ventas de 16.000 unidades en el año 1959. Paulova y Pierina eran similares y también se vendieron bien, pero Yamita era demasiado cara por lo que fue retirada del mercado.
A principios de los 60 FAMOSA consigue un acuerdo con Televisión Española para explotar los personajes de la familia Telerín, sí, aquellos de “vamos a la cama… que hay que descansar”. Así se convirtieron en muñecos aquellos entrañables dibujos: Cleo, Tete, Maripí, Pelusín, Colitas y Cuquín. También la muñeca que representaba su logotipo se hizo real: Famosita fue creada para obsequiar a los clientes en la Feria de Valencia y obtuvo tal éxito que se incorporó a la colección a un precio de venta al público de 50 pesetas. Después surgieron muñecas mecánicas como May, Colly, Baby Pis, Kiko, Tana, Carol y Paula, entre otras. Pero su verdadera estrella, aquella que verdaderamente se popularizó entre el público español y marcó un antes y un después en la historia de FAMOSA, nació en 1968 y se llamó Nancy…. (Continuará)


Y encima tenía toda una colección de modelitos y complementos que me abrieron un mundo de posibilidades: preciosos trajecitos presentados en cajas rosas, accesorios para peinarla , maletitas, blisters con medias, zapatos, ropa interior... Sin olvidar su mobiliario de madera pintado en azul y blanco: el armario y sus perchas para ir colgando todos sus vestidos, el chifonier, la cama, etc...
Afortunadamente allí aparecieron algunos de mis juguetes, dentro de una vetusta maleta en lo alto de un armario antiguo. Rescaté a mi Nancy, un Nenuco, un Barriguitas y otras dos muñecas más de estilo parecido al de Nancy. De la Core y la Barbie no quedaba resto alguno, posiblemente mi abuela se las habría dejado a algún sobrino-nieto para que jugase y no habían vuelto a su lugar, cosa que no la reprocho en absoluto, pues todo lo que está en el pueblo siempre lo hemos compartido todos los niños que por esa casa hemos pasado.







