Hace más o menos treinta años que llegó a mis manos. Recuerdo que fue un regalo de cumpleaños, pero no puedo precisar con exactitud si iba a cumplir cinco o séis, aunque nunca olvidaré la emoción que me supuso recibirla. Era mi primera muñeca que no parecía un bebé, sino una chica moderna, por eso recuerdo perfectamente que venía vestida con un sencillo conjunto de falda evasé color teja y un niki blanco con una flor estampada de colores anaranjados, calzando unos mocasines marrones. Y encima tenía toda una colección de modelitos y complementos que me abrieron un mundo de posibilidades: preciosos trajecitos presentados en cajas rosas, accesorios para peinarla , maletitas, blisters con medias, zapatos, ropa interior... Sin olvidar su mobiliario de madera pintado en azul y blanco: el armario y sus perchas para ir colgando todos sus vestidos, el chifonier, la cama, etc...
No llegué a conseguir todo el repertorio completo, pero tuve la suerte de recibir el armario "heredado" de una prima mayor, y conseguí una buena colección de vestiditos que fueron llegando a través de regalos de familiares en alguna ocasión especial o gracias a la infinita paciencia de mi madre, derrotada por mis insistentes ruegos ante el escaparate de la tienda de juguetes del gran mercado, que accedía a comprarme alguno de vez en cuando, si me portaba bien mientras ella se disponía a hacer la compra...
Después vinieron otras muñecas maniquí que la apartaron injustamente de mis juegos, pues primaba ese prototipo de muñeca tipo Barbie, flexible y de vertiginosas curvas... Y jugué con la Core, con la Barbie, otras muchas niñas con la Sindy, la Chabel, la Lissi, etc. Pero nunca me dieron tanto juego como Nancy, y nunca tuvieron tantos complementos como ella... Y llegó un día en que yo también regalé el armario repleto de trajecitos a otra niña y mi madre hizo limpieza... llevándose todos mis juguetes al pueblo, al desván de los trastos olvidados. Yo no me opuse, porque creí que apartando aquello que formaba parte de mi niñez, me sentiría más mayor y crecería más deprisa...
Hoy, siendo ya adulta y tras un repentino ataque de nostalgia, quise rescatar esos recuerdos de mi infancia y aproveché unos días festivos para indagar en el desván del pueblo, rezando porque no hubieran ido a parar a las llamas de la lumbre. Afortunadamente allí aparecieron algunos de mis juguetes, dentro de una vetusta maleta en lo alto de un armario antiguo. Rescaté a mi Nancy, un Nenuco, un Barriguitas y otras dos muñecas más de estilo parecido al de Nancy. De la Core y la Barbie no quedaba resto alguno, posiblemente mi abuela se las habría dejado a algún sobrino-nieto para que jugase y no habían vuelto a su lugar, cosa que no la reprocho en absoluto, pues todo lo que está en el pueblo siempre lo hemos compartido todos los niños que por esa casa hemos pasado.
Después de lavados y saneados, todos esos muñecos ocupan ya un lugar importante en mi casa, sobre todo Nancy, a la que considero y consideraré siempre la muñeca "más bonita del mundo", quizás porque el paso del tiempo hace que valores las cosas de otro modo y sobre todo, porque trae a mi memoria muchas tardes compartidas con ella, cómplice de mis juegos y de mis fantasías, con la que recreé un mundo que era sólo mío...
La foto que os pongo es de la Nancy de la infancia (la única que tuve), a la que encontré tal cúal como la véis con el modelo Fucsia: vestidito azul floreado, calcetines multicolores y zapatitos blancos de botón. A su lado está otra setentera que me vino de Alemania, una apreciada Nancy de pelo color caoba y de ojos miel, la compañera que le faltaba. Después se han ido uniendo más al grupo, pero eso ya os lo contaré más adelante...
Aiiiiinsss,niña que guapa la tienes!! Te ha quedado muy bonita tu reminiscencia nostalgica. Tienes razon, de niños no valoramos lo que tenemos, y mucho menos cuando estamos en la transicion. Yo me alegro de no haber tirado mis muñecos, pero si que estoy triste por haber tirado todo lo demas. Ya se que no se puede guardar todo, pero...
ResponderEliminarOOOOOOOOOOOH, qué bonito te ha quedado. Yo tenía un cariño enorme a mi Nancy pelirrojita, pero al tener dos hermanos mayores que me fastidiaban sacandole los brazos, y dos hermanas pequeñas que tenian el instinto natural de pintoras que tienen todos los niños, pues acabó hecha una pena y en la basura. Menos mal que he conseguido al final una igual y me ha quitado la pena, jeje. Besos guapa.
ResponderEliminarAna
Hola, en mi casa tres nancys, una mía (la negra, la tengo desde 1974) y otras más modernas, de mis hijas.
ResponderEliminarAlgún día de éstos les haré un pase de modelos para que mi marido los cuelgue en mi blog. Lesly también anda por aquí. Lucas, el pobre, murió descabezado, el pobre.
Los hombres nunca aguantaron nuestros trotes :-)
Un saludo.
JU